domingo, 14 de noviembre de 2010

EL SOMBRERO AGUADEÑO. UNA MARCA DEL PUTAS.


Prologo de presentación del libro escrito por Dr. Carlos Ariel Salazar, y lanzado en El 6 Encuentro de Escritores Aguadeños.
“Sombrero aguadeño” es una marca con 150 años de existencia. Esta marca es símbolo de calidad, elegancia, prestigio, estética y buen gusto. Conocido internacionalmente con la denominación Panama hat se sigue produciendo en la localidad nortecaldense de Aguadas y mantiene su reconocimiento y fama como artesanía genuinamente paisa.

El sombrero aguadeño ha persistido como el elemento distintivo de la indumentaria más típica y propia del paisa. Junto con el carriel, las cotizas, el poncho y el machete, el “blanco aguadeño” que coronaba la estampa del característico hombre de campo, ha dado paso a un elemento decorativo y utilitario al mismo tiempo. En efecto, posee, como toda mercancía, el doble valor de uso: uno definido por su función utilitaria, es una prenda de vestir y es también un objeto necesario para cubrir necesidades, protegerse del sol y de la lluvia; y por otro lado, tiene el valor de "signo" por su contenido cultural como parte fundamental de la indumentaria típica del antioqueño.

Este blanco sombrero, hoy como ayer, sigue vistiendo la cabeza de sus habitantes, tanto al Putas de Aguadas como al más humilde de sus usuarios. Por esto, para cualquier colombiano el sombrero aguadeño es una marca del Putas… Y esto se quiere presentar en este libro, que sin duda servirá para apelar por una Indicación Geográfica o una Denominación de Origen.

El sombrero aguadeño se inscribe en una tradición artesanal de larga data. Los antecedentes de la producción artesanal en el país se remontan a los tiempos precolombinos y se mantienen hasta hoy como un elemento de la cultura, de la identidad y del intercambio entre grupos y regiones.

Al respecto son numerosas las crónicas de los conquistadores en las que se menciona la existencia de actividades de índole artesanal, realizadas especialmente por los grupos asentados en la cordillera Oriental (en territorios pertenecientes en la actualidad a los departamentos de Santander, Boyacá y Cundinamarca).

Por su parte, la investigación arqueológica ofrece el conocimiento del origen de algunas industrias autóctonas, entre las que destacan la cerámica, cuyo desarrollo se encuentra asociado a la mayoría de culturas nacionales; el tejido de algodón, desarrollado principalmente por los grupos que habitaron el departamento de Santander y el  sur del país, como Huila y Nariño; y la orfebrería, que se constituyó en especialidad de aquellas culturas que tuvieron su desarrollo en regiones de los actuales departamentos de Caldas, Quindío, Valle, Tolima, Córdoba, Magdalena y Cundinamarca.

En los primeros momentos de la conquista y luego en la Colonia, el producto  artesanal desempeñó un papel importante en el intercambio entre nativos y españoles. Algunos documentos del siglo XVI hacen referencia a  esta actividad:
"Con las mantas que tejían, pagaban los indios en los primeros tiempos, las demoras a los encomenderos y los requintos a su Majestad, y desde 1555 se juzgó necesario prohibir la sacada de mantas del Reino para Popayán y otras partes, a fin de evitar la escasez y el encarecimiento...". (Ospina Vásquez).

 El aislamiento geográfico entre las diferentes regiones del Nuevo Reino de Granada y la escasez de vías que impedían una fácil comunicación, condicionaron la producción artesanal en los siglos XVII y XVIII a un ámbito eminentemente regional. Pero lo que garantizó la supervivencia del trabajo artesanal en nuestro territorio durante esta época, fue la enorme demanda de los productos manufacturados, debido a los altos costos de las mercancías importadas y a la buena calidad de los productos nacionales, entre los que sobresalen los textiles y las prendas de vestir.

En el siglo XIX el trabajo artesanal tuvo gran despliegue. No se evoluciona técnicamente (o sólo en forma muy rudimentaria, en particular en la tejeduría que incorpora algunos elementos europeos), pero el volumen de producción crece considerablemente gracias al aumento de población dedicada al sector, y a que el mercado de los productos empieza a superar los límites regionales. A esto contribuyen las políticas oficiales de tipo proteccionista, expresadas en gravámenes sobre la importación de los artículos extranjeros cuya producción se pretendía fomentar en el país, y el desarrollo incipiente de la producción industrial nacional.

Una característica relevante del trabajo artesanal en el siglo XIX, es la gran capacidad de oferta de esta clase de artículos, no obstante el bajo nivel tecnológico de la producción. Tal vez, el factor que mejor puede explicar el fenómeno radica en la cantidad de población empleada en la actividad. Así, la producción artesanal en esta época es llevada a cabo por personas residentes en las zonas urbanas y rurales del país, lo cual tiene una fuerte ligazón con los procesos agrarios de las regiones donde la artesanía alcanzó gran evolución.

Sin embargo en este panorama, lo que más asombra es la casi total ausencia de manifestaciones artesanales en la región antioqueña. Al ser una zona que, a mediados del siglo XIX, vivía un vigoroso proceso de colonización y dependía económicamente de la minería del oro, las actividades artesanales no tuvieron asiento en la organización social, pues las personas se dedicaban a tumbar monte, buscar oro en minas, aluviones y guacas, como también a emigrar. Por lo tanto, la manifestación artesanal era por poco inexistente.

A pesar de estas condiciones, a mediados del siglo aparece en algunas poblaciones antioqueñas un sector productor de artesanías de bastante importancia: "la elaboración de sombreros Panamá". Conocido desde  hacía mucho  tiempo en la Provincia de Pasto, toma gran fuerza sobre todo en los municipios de Santa Fe de Antioquia, Sopetrán y Aguadas de donde pronto se exportarán en buenas cantidades para Venezuela, las Antillas, Cuba y el sur de los Estados Unidos.

En las primeras décadas del siglo XX, la producción artesanal se vio afectada profundamente por sucesos de orden nacional e internacional: en el plano nacional, por el desarrollo industrial y de vías de comunicación; y en el plano internacional, la Primera Guerra Mundial alteró el mercado, concretamente del sombrero "Panamá", lo que determinó la desaparición de esta  actividad en  Santander y las otras localidades antioqueñas, permaneciendo la tradición en Aguadas (Caldas) y el sur del país, que a partir de ese momento dirigen su producción  al mercado nacional.

Es precisamente el objetivo de este trabajo, describir y analizar la aparición, el crecimiento y la persistencia de una actividad artesanal en una localidad que no ha tenido vínculos con grupos indígenas que le heredaran la tradición, cuyo proceso social es resultado de la colonización antioqueña y que económicamente recibe todo el impacto de la actividad cafetera, desde fines del siglo XIX, sin que por ello se haya desplazado la labor artesanal.

En este libro se reconstruye un proceso que tiene múltiples factores históricos, sociales, económicos y culturales, pero que indudablemente posee uno de carácter distintivo. Las articulaciones sociales que se establecen entre la actividad artesanal y la actividad cafetera, a través de un bien fundamentado nivel de relaciones sociales en las estructuras de producción, resultado de fuertes lazos de solidaridad que aún no han sido rotos por el proceso capitalista de producción.

Por lo tanto, la producción artesanal en Aguadas se define como una actividad económica propia, y no se entiende como una actividad complementaría, como ocurre en el modelo clásico de la pequeña explotación campesina donde la artesanía era un complemento de la producción agrícola. De manera esquemática, este libro quiere desarrollar las siguientes tesis:

1. Existe en Aguadas un sector productor de artesanías estrechamente vinculado por los mecanismos de solidaridad social, que han permitido mantener la autonomía  de esta estructura de producción.

2. Los productores artesanales de Aguadas se hallan vinculados por la tradición y la vocación artesanal, presente en espacios socio‑económicos donde predominan patrones mixtos de producción agrícola de subsistencia, producción atrasada con respecto a formas más modernas y producción cafetera de medianos rendimientos.

3. A pesar de los bajos niveles de desarrollo tecnológico, tanto en la unidad familiar de producción como en el taller, la producción y abastecimiento del mercado fue siempre satisfactoria. Esto se debe a los muy bien logrados niveles de cooperación que se dieron en la familia  y en el taller de arreglo.

4. Las unidades de producción se organizan básicamente alrededor del trabajo que aportan los miembros del hogar del artesano, observándose una alta participación de jóvenes (véase Anexo II) y mujeres fundamentalmente, pero a un nivel muy bajo de división del trabajo que incide en la gran flexibilidad de las jornadas laborales permitiendo adecuar la participación de los artesanos en las tareas.

5. El sombrero aguadeño se caracteriza por poseer, como toda mercancía, el doble valor de uso: uno definido por su función utilitaria (como prenda de vestir y como objeto necesario para cubrir la necesidad de protegerse del sol y de la lluvia), y otro por su valor de "signo", por su contenido cultural como parte fundamental de la indumentaria típica del antioqueño.

6. El sentido social de la producción del sombrero aguadeño tiene que ver con los elementos culturales en que está envuelto. La identidad y el sentido de pertenencia a la comunidad aguadeña de los integrantes, se manifiesta a través del uso del sombrero. Por eso la institucionalización de las Fiestas de la Iraca, que con prudente regularidad se realizan para exaltar los valores de quienes mejor tejen, inventan y  se recrean con su artístico tejido.

En este estudio se ubica al municipio de Aguadas sobre un espacio físico‑geográfico, buscando resaltar sus peculiaridades como integrante de una dimensión regional amplia que tiende a absorber las manifestaciones de sus partes. Este hecho se verifica cuando se habla de la cultura paisa como identidad única para los departamentos de Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda, y algunas áreas de influencia como el Tolima y  el Valle, porque al buscar las particularidades aguadeñas se encuentra que la colonización generó una sola identidad. Por eso, Marco Palacios al prologar la obra de Tobón Botero, constató que no se podía limitar su reseña al área antioqueña de la colonización, sino, a "todo el proceso colonizador hacia el sur y suroeste cuya unidad me parece irrenunciable en el análisis histórico y social".

Por tal motivo, se mantendrá una tensión permanente entre lo local y lo regional y así, muchas características se hacen extensivas a toda la región y de la región se proyectan y se viven en Aguadas. Este proceso de retroalimentación da vigor a la cultura regional antioqueña, y por eso las manifestaciones de las partes tienden a diluirse en la identidad total.

Una manifestación de esto es el proceso artesanal que se ejerce en una localidad de la región antioqueña. En Aguadas la expresión artesanal  está relacionada con el desarrollo regional que incorpora un proceso de colonización de gran espectro. Los procesos de minería, comercio y colonización registrados en Antioquia, contaron con la antigua fuerza social productiva del capital y la aplicación del trabajo colectivo de muchas manos bajo la dirección de un empresario capitalista, que llevaron al desarrollo de la región a una escala nunca vista en otras zonas colombianas.

El carácter capitalista del desarrollo que se aprecia en los procesos antioqueños, tales como la colonización empresarial, la minería de oro practicada libremente por “los mazamorreros”, la inversión en caminos y carreteras, el fomento de innovaciones tecnológicas con la creación de Escuelas de Artes y Oficios y, luego, la famosa Escuela de Minas y universidades públicas de alto nivel –Nacional, Antioquia y Medellín-, el impulso a una diversidad de negocios arriesgados; y, de otra parte, en el contexto más local, la colonización  colectiva,  la   ayuda mutua y asociativa, el convite, la familia nuclear, el vigor de una fuerte identidad cultural conocida en todo el país como la cultura paisa, son muestra de los aspectos propios para el análisis de las situaciones que ha vivido el desarrollo de Aguadas. Y en este marco de relaciones sociales, económicas y políticas, la aparición y persistencia de una actividad artesanal con un elemento distintivo como es el sombrero, que, en buena hora y en los albores del siglo XXI, merece una indicación geográfica o denominación de origen

Si bien hubo otros pueblos de Antioquia que produjeron el mismo tipo de artesanías, sólo Aguadas mantiene la tradición, condicionado por circunstancias descritas con amplitud en el capítulo III. Sin  embargo, el rasgo peculiar  tiene que ver con el desarrollo de una vigorosa cultura, asentada en un agreste paisaje  de impresionantes dimensiones por sus profundos cañones, altos picos y exuberantes vegas.

Comenta anecdóticamente James Parsons, decano de los estudiosos del proceso de la colonización antioqueña, que cuando vio estas montañas se le  parecieron a las de su natal California... "una geografía vertical, maravilla de maravillas, con laderas cultivadas al riesgo de la vida del cultivador". "Por supuesto, mi California tiene sus propias montañas y no menos empinadas, pero están casi deshabitadas...", no han producido una cultura.

En el libro se estudia el proceso histórico de conformación de la actividad artesanal en Aguadas, mediante el análisis socioeconómico y cultural en que tiene origen y desarrollo, en un periodo de tiempo comprendido entre 1850 y 1990. El sombrero aguadeño: una marca del putas es un estudio sociológico de un oficio artesanal en profunda relación con la actividad cafetera de Caldas.

1 comentario:

  1. Estimado
    Carlos Alberto Osorio
    FELICIDADES
    Este es un buen trabajo.
    Abrazos.
    Tiberio Murcia Godoy
    Presidente
    Red Nacional CMM

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