miércoles, 24 de noviembre de 2010

LAS FOTOGRAFIAS ANTIGUAS ESTAN CARGADAS DE HISTORIA

Antiguo cementerio a la salida para la vereda de Pore. Fotografo desconocido. 1952.
MEMORIA GRAFICA
Una fotografía en blanco y negro, roída por el abuso del tiempo, desprotegida del riguroso cuidado, enmarcada por el abandono, quizá contenga más historia de la que se pueda imaginar. Ella como muchas fotografías narran una anécdota vivida hace tiempo, están ahí esperando a ser descubiertas, miradas y admiradas. Quieren contarnos una época ya pasada esperando que su memoria nunca muera. Es añoranza, antaño y herencia. Es la fotografía vieja que no se cuelga y que reposa en un álbum heredado de los abuelos.
Ellas, son la historia gráfica de una época y cada una narra una momento ya vivido, la suma de todas ellas nos dirán como fueron aquellos tiempos. Y sus poseedores, son la memoria oral transmitida por generaciones que solo esperan que hoy sean escuchadas sus historias.
Es crear un completo banco de imágenes de fotografías, gráficos, dibujos e ilustraciones que nos evoquen el recuerdo de otras épocas. Es transcribir esas anécdotas que cada imagen conlleva para crear una tradición oral propia de las generaciones. Es involucrar a los habitantes de las zonas urbanas y rurales a tener un sentido de pertenencia y amor por su terruño quienes de una forma participativa expongan esas imágenes ocultas a la luz pública.
Es interesar a los habitantes por su historia, su pasado y esas épocas de añoranza que los tiempos modernos pretenden borrar. Es dar a conocer el pasado para tenerlo disponible en el presente y negarlo al olvido en el futuro.

Como toda actividad que pretenda tener el éxito esperado, parte de una meticulosa organización, la conformación de un COMITÉ DE ACTIVIDADES de personal idóneo y especializado que se comprometa con los resultados.
Mediante una completa difusión por la emisora, invitando a todo poseedor de imágenes antiguas del municipio y su gente o de interés general, a llevarlas a un sitio establecido para atención, proceso ón, proceso asesoramiento en La Casa De La Cultura Francisco Giraldo de Aguadas, allí se escanean apropiadamente, se registran los datos del documento en una ficha técnica donde se incluyen datos como, lugar, fecha, fotógrafo o autor, motivo del documento, personajes en el documento, y se le retornan a su dueño.
Al final, se alcanza a reunir un determinado número de imágenes acompañadas de historia que pasan a formar parte de la TRADICION GRAFICA Y ORAL DEL MUNICIPIO. Con ellas, se pueden editar libros, imprimir CDs, y será a partir del momento el más rico material de consulta de nuestra historia, la identidad del municipio, su gente, sus lugares, su paisaje, los personajes y la proyección futurista.

martes, 16 de noviembre de 2010

TALLER DE NARRATIVAS CON JUANITA ALFORD

REPORTE DE CARLOS OSORIO. OCTUBRE 15.
Durante los días 13, 14 y 15 de octubre recibimos la gratificante visita de Juanita Alford al Centro Municipal de Memoria “Toquilla” de Aguadas Caldas  para realizar con el Semillero de Comunicaciones unas muy instructivas prácticas de Narrativas. Junita es nuestra asesora del Centro de Memoria del Ministerio de Cultura y sus emotivas visitas siempre nos llena de alegría por su agradable personalidad y carisma.
 Los jóvenes inscritos al programa participaron de manera dinámica y comprometida en las diferentes actividades donde inicialmente se realizo un taller teórico sobre narrativas, La secciones comenzaron con charlas y conferencias sobre el importante significado de los Centros de Memoria donde se resolvieron inquietudes y directrices para el funcionamiento eficiente del Centro Municipal de Memoria. Esa noche de octubre 13 se celebró una actividad de recepción patrocinada por la Administración Municipal, donde se leyeron cuentos y crónicas, nuestro grupo de teatro participó con un monólogo, cuentería y actividades- lúdico recreativas.  Al día siguiente, octubre 14, visitamos la vereda “El Edén” donde realizaron prácticas de investigación y entrevista con los campesinos de la localidad inquiriendo sobre historias de vida, anécdotas, leyendas, tradiciones y mitos. En la tarde, ya en La Casa de la Cultura “Francisco Giraldo” los participantes efectuaron sus narrativas finales donde demostraron su calidad literaria, inspiración y creatividad, se dieron reconocimientos y certificados a los participantes y se eligen comisiones de trabajo y junta coordinadora de Semillero de Narrativas.
Estos son programas de gran importancia para nuestro Centro de Memoria ya que afianzan los lazos de amistad con el Ministerio de Cultura, crea más participación y compromiso de los grupos de trabajo del Centro de Memoria, y motiva a nuestro semillero de narrativas a aportar al Centro sus invaluables escritos e investigaciones en beneficio de nuestra comunidad. Es una semilla sembrada en buen terreno que indudablemente dará deliciosos frutos.    

EXPERIENCIAS DE NARRATIVAS EN LA VEREDA RIOARRIBA DE AGUADAS CALDAS

Reporte de Leidy Lorena Aguirre. Semillero de narrativas CMM Toquilla.
NOVIEMBRE 26 2010
Todas las expectativas se colmaron cuando el grupo de SEMILLERO DE NARRATIVAS sale al campo a realizar la práctica de varios talleres de formación desde la Casa de La Cultura, en esta ocasión fue la vereda Rioarriba a una hora del casco urbano. 12 jóvenes integrantes del grupo fueron seleccionados para realizar narrativas de tradición, mitos, leyendas, crónicas e historias de vida, mientras otra comisión realizó registro fotográfico de la actividad y de patrimonio arquitectónico.
Durante el día se visitaron algunas fincas de la vereda, se interactuó con los campesinos, los hacendados y personalidades que dieron información muy valiosa para depurar y con ello realizar un completo documento investigativo sobre la historia de la vereda.
Personalmente noto que hay un gran interés en el programa, si bien se recopiló mucha información esta requiere ser codificada, analizada y registrada, los Semilleros están atentos a las prácticas y abiertos al aprendizaje, también se destacó el interés de la administración municipal al suministrarnos el transporte , los contactos y difusión del programa con los líderes de la vereda y las personalidades. También se deduce que un día es muy poco para realizar esta actividad, creo que no se alcanzó a cubrir el 30% de lo previsto, la vereda tiene construcciones muy antiguas que datan mas de los 200 años, sufrió en un principio abandono administrativo y esto fue la causa para que grupos armados se apoderaran de la zona creando muchos conflictos sociales.
Ahora se respira un aire de hermandad y progreso, viven en comunidad en un ambiente alegre, sano y cordial. Son receptivos, participativos y de gran calidad de gentes.
Esta es una experiencia muy enriquecedora para el municipio ya que se descubren aspectos desconocidos y de gran importancia histórica.    

domingo, 14 de noviembre de 2010

EL PROGRAMA DE LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA GRÁFICA YA TIENE MIL IMÁGENES.

El resultado de la convocatoria ha dado buenos resultados, ya nuestro Centro de Memoria “Toquilla” cuenta con mil imágenes escaneadas, clasificadas y disponibles al público en general y el programa continúa, los aguadeños siguen facilitando fotos, documentos, dibujos y obras de arte para ser registradas como documentos de interés patrimonial e histórico y ofrecidas en medio digital para investigaciones, consultas y referencias.
Este es un servicio que se ofrece a todo público desde el Centro de Memoria y la Casa de la Cultura Francisco Giraldo, y ahora con más eficiencia, gracias a los equipos de cómputo suministrados por El Ministerio de la Cultura. Estas imágenes conforman un gran banco gráfico que se hacía necesario en el municipio, con ellas se estarán diseñando exposiciones, conferencias y documentales para difundir nuestra historia e identidad, algunas de estas imágenes requieren de un retoque digital especializado con el objetivo de ser optimizadas, se podrán apreciar tanto el estado en que las recibimos como el resultado del retoque, los usuarios sólo necesitan llenar un sencillo formato donde se especifica su uso o motivo de consulta.

ANTECEDENTES PREHISPANICOS DE AGUADAS

Investigación preparada por la antropóloga María del Carmen Bedoya.
En la época de la conquista y a la llegada del Mariscal Jorge Robledo existían tribus indígenas descendientes de la gran nación de los Tahamíes, estos junto con los Nutabes y Catíos ocuparon el gran territorio del departamento de Antioquia y actual Caldas. Al llegar  los conquistadores encuentran el primer poblado de Arma localizado en las sierras entre los ríos Buey y Arma, según la descripción, los Armados tenían su asiento por las sierras de las márgenes de los ríos Cauca y Arma en lo que hoy es Damasco, La Pintada, Bocas, y siguiendo rio arriba del Cauca hasta las tierras de La María, donde se encuentran los petroglifos en los terrenos de la hacienda El Dorado; dispersándose en los terrenos hoy conocidos como El Oro y Potosí.

Dice el escritor Delio Gómez García en su libro “Santiago de Arma”, Relata las crónicas antiguas cuando llega Jorge Robledo a las provincias de los Armados, “estos se dejan ver a lo lejos de él y de sus huestes ricamente aderezados: patenas, petos, chagualetes, collares, brazaletes, narigueras; un sin número de artefactos de oro”…

De los Cucuyes o Armados hacían parte varios pueblos indígenas entre ellos: Sirvas, Payucos, Maytamaes, Murquiros, Murmitas, Paucuras, Pitos, Perbitas. Entre los jefes indígenas figuran: Paco, Yayo, Piramacúa, Cauroma, Ugua, Pimaná, Pipintá; siendo el máximo jefe Maytamac.

Pipintá fue el cacique principal de los Armados, según las crónicas fue de gran poder y riqueza, escondió estas posiblemente en las comarcas situadas entre La Villa de Arma y el puente La Caná sobre el rio Cauca (Visión de Aguadas, Francisco Franco. Tomo uno 1814 – 1994).

El interés de los pueblos aborígenes giraba en torno a la consecución de los alimentos; cultivaban la yuca, arracacha, mafafa, auyama, cidra, guanábana, guayaba, guama, chachafruto, que eran productos de tierras cálidas y hacían trueque con los vecinos Ciriguas y Sonsúes, por alimentos de las tierras frías como son los sitios aledaños al municipio de Sonson. Aparte de estos productos agrícolas también contaban con pesca y carne en abundancia producto de las cacerías en la vertiente del río Arma.

Cieza de León, miembro de la comitiva de los españoles al llegar al territorio dice: “Es muy grande y muy poblado y la más rica de todas sus comarcas, tiene más de veinte mil indios de guerra…” “Tendrá en longitud diez leguas y de latitud seis o siete y en circuito dieciocho leguas más o menos…”.

La distribución de los aborígenes se puede situar de la siguiente manera: Los Cocuyes o Armados en las tierras del Corregimiento de Arma, los Pitos en la vereda Pito, Los Palenques en las veredas de Santa Ana y Rio Arriba, Los Mermitas y los Perbitas en la vereda de Mermita, los Guacos en la vereda Guaco, los Maitamáes hacia los límites de Abejorral y Sonson, Los Tarcaráes hacia las veredas de Tarcará y Santa Inés, Los Paucuras en el sur de Aguadas y el municipio de Pácora; estas agrupaciones lindaban hacia el río Cauca con Los Cartamas y Caramantas, hacia el norte con la familia Tahamí, hacia el suroeste con los Pozos y algunas agrupaciones de los Pantágoras.  Vivían en determinadas unidades espaciales formadas por cinco o seis bohíos cada una, hechas de paja y en forma cónica, podían albergar desde diez hasta veinticinco personas; delante de estos tenían una plazoleta hecha en guadua.

El cronista Cieza de León nos dice sobre el vestido que los varones vivían desnudos y las mujeres usaban pampanillas o cubresexo, los caciques usaban vistosas mantas, coronas, penachos y narigueras de oro, en épocas de guerra se aderezaban con coronas, brazaletes con cascabeles y sonajas, petos de oro, penachos con plumas de colores y aderezos que causaron la codicia del español, surge entonces la leyenda del “tesoro de Pipintá” incitando a la búsqueda de esta riqueza oculta por medio de las guacas “cuyos objetos fueron vendidos o en algunos otros casos destruidos perdiéndose de esta manera valiosa información de nuestra etnohistoria y pasado aborigen.

La base de su organización social era la familia, existía la poligamia. Los cacique se casaban con las sobrinas o hermanas, cuando este moría era enterrado con sus mujeres, armas, utensilios, objetos rituales, muchos de ellos fabricados en oro extraído de las arenas del río Arma, este no era trabajado en estado puro sino que lo mezclaban con cobre, aleación que toma el nombre de tumbaga.

Tenían una idea vaga sobre un ser creador, según los petroglifos encontrados en el sitio de El Dorado, parecen que tuvieron ideas totemistas (creencias de un pasado animal protector para cada una de las familias: ranas, Lagartijas, serpientes etc.).

El 25 de julio de 1542 el capitán Miguel López Muñoz por orden de Sebastián de Belalcázar hace la fundación del poblado de Arma en la margen izquierda del rio Arma en los territorios de las actuales haciendas de El Oro, la Esmeralda y Potosí, los naturales salieron en paz a recibir a don Miguel obsequiándole oro en ciertas cantidades;  Más tarde los nativos se levantaron contra el fundador y este argumentó una guerra justa para combatir la rebeldía de los nativos. El pueblo fue finalmente exterminado, se repartieron lo que quedó de los indígenas y de sus tierras iniciándose “las encomiendas”, su destrucción fue irreparable, quedan entonces evidencias arqueológicas que nos muestran los restos de sociedades ya desaparecidas, su dinámica social y cultural que los ubican dentro de un espacio y tiempo de nuestra gran historia colombiana.

EL SOMBRERO AGUADEÑO. UNA MARCA DEL PUTAS.


Prologo de presentación del libro escrito por Dr. Carlos Ariel Salazar, y lanzado en El 6 Encuentro de Escritores Aguadeños.
“Sombrero aguadeño” es una marca con 150 años de existencia. Esta marca es símbolo de calidad, elegancia, prestigio, estética y buen gusto. Conocido internacionalmente con la denominación Panama hat se sigue produciendo en la localidad nortecaldense de Aguadas y mantiene su reconocimiento y fama como artesanía genuinamente paisa.

El sombrero aguadeño ha persistido como el elemento distintivo de la indumentaria más típica y propia del paisa. Junto con el carriel, las cotizas, el poncho y el machete, el “blanco aguadeño” que coronaba la estampa del característico hombre de campo, ha dado paso a un elemento decorativo y utilitario al mismo tiempo. En efecto, posee, como toda mercancía, el doble valor de uso: uno definido por su función utilitaria, es una prenda de vestir y es también un objeto necesario para cubrir necesidades, protegerse del sol y de la lluvia; y por otro lado, tiene el valor de "signo" por su contenido cultural como parte fundamental de la indumentaria típica del antioqueño.

Este blanco sombrero, hoy como ayer, sigue vistiendo la cabeza de sus habitantes, tanto al Putas de Aguadas como al más humilde de sus usuarios. Por esto, para cualquier colombiano el sombrero aguadeño es una marca del Putas… Y esto se quiere presentar en este libro, que sin duda servirá para apelar por una Indicación Geográfica o una Denominación de Origen.

El sombrero aguadeño se inscribe en una tradición artesanal de larga data. Los antecedentes de la producción artesanal en el país se remontan a los tiempos precolombinos y se mantienen hasta hoy como un elemento de la cultura, de la identidad y del intercambio entre grupos y regiones.

Al respecto son numerosas las crónicas de los conquistadores en las que se menciona la existencia de actividades de índole artesanal, realizadas especialmente por los grupos asentados en la cordillera Oriental (en territorios pertenecientes en la actualidad a los departamentos de Santander, Boyacá y Cundinamarca).

Por su parte, la investigación arqueológica ofrece el conocimiento del origen de algunas industrias autóctonas, entre las que destacan la cerámica, cuyo desarrollo se encuentra asociado a la mayoría de culturas nacionales; el tejido de algodón, desarrollado principalmente por los grupos que habitaron el departamento de Santander y el  sur del país, como Huila y Nariño; y la orfebrería, que se constituyó en especialidad de aquellas culturas que tuvieron su desarrollo en regiones de los actuales departamentos de Caldas, Quindío, Valle, Tolima, Córdoba, Magdalena y Cundinamarca.

En los primeros momentos de la conquista y luego en la Colonia, el producto  artesanal desempeñó un papel importante en el intercambio entre nativos y españoles. Algunos documentos del siglo XVI hacen referencia a  esta actividad:
"Con las mantas que tejían, pagaban los indios en los primeros tiempos, las demoras a los encomenderos y los requintos a su Majestad, y desde 1555 se juzgó necesario prohibir la sacada de mantas del Reino para Popayán y otras partes, a fin de evitar la escasez y el encarecimiento...". (Ospina Vásquez).

 El aislamiento geográfico entre las diferentes regiones del Nuevo Reino de Granada y la escasez de vías que impedían una fácil comunicación, condicionaron la producción artesanal en los siglos XVII y XVIII a un ámbito eminentemente regional. Pero lo que garantizó la supervivencia del trabajo artesanal en nuestro territorio durante esta época, fue la enorme demanda de los productos manufacturados, debido a los altos costos de las mercancías importadas y a la buena calidad de los productos nacionales, entre los que sobresalen los textiles y las prendas de vestir.

En el siglo XIX el trabajo artesanal tuvo gran despliegue. No se evoluciona técnicamente (o sólo en forma muy rudimentaria, en particular en la tejeduría que incorpora algunos elementos europeos), pero el volumen de producción crece considerablemente gracias al aumento de población dedicada al sector, y a que el mercado de los productos empieza a superar los límites regionales. A esto contribuyen las políticas oficiales de tipo proteccionista, expresadas en gravámenes sobre la importación de los artículos extranjeros cuya producción se pretendía fomentar en el país, y el desarrollo incipiente de la producción industrial nacional.

Una característica relevante del trabajo artesanal en el siglo XIX, es la gran capacidad de oferta de esta clase de artículos, no obstante el bajo nivel tecnológico de la producción. Tal vez, el factor que mejor puede explicar el fenómeno radica en la cantidad de población empleada en la actividad. Así, la producción artesanal en esta época es llevada a cabo por personas residentes en las zonas urbanas y rurales del país, lo cual tiene una fuerte ligazón con los procesos agrarios de las regiones donde la artesanía alcanzó gran evolución.

Sin embargo en este panorama, lo que más asombra es la casi total ausencia de manifestaciones artesanales en la región antioqueña. Al ser una zona que, a mediados del siglo XIX, vivía un vigoroso proceso de colonización y dependía económicamente de la minería del oro, las actividades artesanales no tuvieron asiento en la organización social, pues las personas se dedicaban a tumbar monte, buscar oro en minas, aluviones y guacas, como también a emigrar. Por lo tanto, la manifestación artesanal era por poco inexistente.

A pesar de estas condiciones, a mediados del siglo aparece en algunas poblaciones antioqueñas un sector productor de artesanías de bastante importancia: "la elaboración de sombreros Panamá". Conocido desde  hacía mucho  tiempo en la Provincia de Pasto, toma gran fuerza sobre todo en los municipios de Santa Fe de Antioquia, Sopetrán y Aguadas de donde pronto se exportarán en buenas cantidades para Venezuela, las Antillas, Cuba y el sur de los Estados Unidos.

En las primeras décadas del siglo XX, la producción artesanal se vio afectada profundamente por sucesos de orden nacional e internacional: en el plano nacional, por el desarrollo industrial y de vías de comunicación; y en el plano internacional, la Primera Guerra Mundial alteró el mercado, concretamente del sombrero "Panamá", lo que determinó la desaparición de esta  actividad en  Santander y las otras localidades antioqueñas, permaneciendo la tradición en Aguadas (Caldas) y el sur del país, que a partir de ese momento dirigen su producción  al mercado nacional.

Es precisamente el objetivo de este trabajo, describir y analizar la aparición, el crecimiento y la persistencia de una actividad artesanal en una localidad que no ha tenido vínculos con grupos indígenas que le heredaran la tradición, cuyo proceso social es resultado de la colonización antioqueña y que económicamente recibe todo el impacto de la actividad cafetera, desde fines del siglo XIX, sin que por ello se haya desplazado la labor artesanal.

En este libro se reconstruye un proceso que tiene múltiples factores históricos, sociales, económicos y culturales, pero que indudablemente posee uno de carácter distintivo. Las articulaciones sociales que se establecen entre la actividad artesanal y la actividad cafetera, a través de un bien fundamentado nivel de relaciones sociales en las estructuras de producción, resultado de fuertes lazos de solidaridad que aún no han sido rotos por el proceso capitalista de producción.

Por lo tanto, la producción artesanal en Aguadas se define como una actividad económica propia, y no se entiende como una actividad complementaría, como ocurre en el modelo clásico de la pequeña explotación campesina donde la artesanía era un complemento de la producción agrícola. De manera esquemática, este libro quiere desarrollar las siguientes tesis:

1. Existe en Aguadas un sector productor de artesanías estrechamente vinculado por los mecanismos de solidaridad social, que han permitido mantener la autonomía  de esta estructura de producción.

2. Los productores artesanales de Aguadas se hallan vinculados por la tradición y la vocación artesanal, presente en espacios socio‑económicos donde predominan patrones mixtos de producción agrícola de subsistencia, producción atrasada con respecto a formas más modernas y producción cafetera de medianos rendimientos.

3. A pesar de los bajos niveles de desarrollo tecnológico, tanto en la unidad familiar de producción como en el taller, la producción y abastecimiento del mercado fue siempre satisfactoria. Esto se debe a los muy bien logrados niveles de cooperación que se dieron en la familia  y en el taller de arreglo.

4. Las unidades de producción se organizan básicamente alrededor del trabajo que aportan los miembros del hogar del artesano, observándose una alta participación de jóvenes (véase Anexo II) y mujeres fundamentalmente, pero a un nivel muy bajo de división del trabajo que incide en la gran flexibilidad de las jornadas laborales permitiendo adecuar la participación de los artesanos en las tareas.

5. El sombrero aguadeño se caracteriza por poseer, como toda mercancía, el doble valor de uso: uno definido por su función utilitaria (como prenda de vestir y como objeto necesario para cubrir la necesidad de protegerse del sol y de la lluvia), y otro por su valor de "signo", por su contenido cultural como parte fundamental de la indumentaria típica del antioqueño.

6. El sentido social de la producción del sombrero aguadeño tiene que ver con los elementos culturales en que está envuelto. La identidad y el sentido de pertenencia a la comunidad aguadeña de los integrantes, se manifiesta a través del uso del sombrero. Por eso la institucionalización de las Fiestas de la Iraca, que con prudente regularidad se realizan para exaltar los valores de quienes mejor tejen, inventan y  se recrean con su artístico tejido.

En este estudio se ubica al municipio de Aguadas sobre un espacio físico‑geográfico, buscando resaltar sus peculiaridades como integrante de una dimensión regional amplia que tiende a absorber las manifestaciones de sus partes. Este hecho se verifica cuando se habla de la cultura paisa como identidad única para los departamentos de Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda, y algunas áreas de influencia como el Tolima y  el Valle, porque al buscar las particularidades aguadeñas se encuentra que la colonización generó una sola identidad. Por eso, Marco Palacios al prologar la obra de Tobón Botero, constató que no se podía limitar su reseña al área antioqueña de la colonización, sino, a "todo el proceso colonizador hacia el sur y suroeste cuya unidad me parece irrenunciable en el análisis histórico y social".

Por tal motivo, se mantendrá una tensión permanente entre lo local y lo regional y así, muchas características se hacen extensivas a toda la región y de la región se proyectan y se viven en Aguadas. Este proceso de retroalimentación da vigor a la cultura regional antioqueña, y por eso las manifestaciones de las partes tienden a diluirse en la identidad total.

Una manifestación de esto es el proceso artesanal que se ejerce en una localidad de la región antioqueña. En Aguadas la expresión artesanal  está relacionada con el desarrollo regional que incorpora un proceso de colonización de gran espectro. Los procesos de minería, comercio y colonización registrados en Antioquia, contaron con la antigua fuerza social productiva del capital y la aplicación del trabajo colectivo de muchas manos bajo la dirección de un empresario capitalista, que llevaron al desarrollo de la región a una escala nunca vista en otras zonas colombianas.

El carácter capitalista del desarrollo que se aprecia en los procesos antioqueños, tales como la colonización empresarial, la minería de oro practicada libremente por “los mazamorreros”, la inversión en caminos y carreteras, el fomento de innovaciones tecnológicas con la creación de Escuelas de Artes y Oficios y, luego, la famosa Escuela de Minas y universidades públicas de alto nivel –Nacional, Antioquia y Medellín-, el impulso a una diversidad de negocios arriesgados; y, de otra parte, en el contexto más local, la colonización  colectiva,  la   ayuda mutua y asociativa, el convite, la familia nuclear, el vigor de una fuerte identidad cultural conocida en todo el país como la cultura paisa, son muestra de los aspectos propios para el análisis de las situaciones que ha vivido el desarrollo de Aguadas. Y en este marco de relaciones sociales, económicas y políticas, la aparición y persistencia de una actividad artesanal con un elemento distintivo como es el sombrero, que, en buena hora y en los albores del siglo XXI, merece una indicación geográfica o denominación de origen

Si bien hubo otros pueblos de Antioquia que produjeron el mismo tipo de artesanías, sólo Aguadas mantiene la tradición, condicionado por circunstancias descritas con amplitud en el capítulo III. Sin  embargo, el rasgo peculiar  tiene que ver con el desarrollo de una vigorosa cultura, asentada en un agreste paisaje  de impresionantes dimensiones por sus profundos cañones, altos picos y exuberantes vegas.

Comenta anecdóticamente James Parsons, decano de los estudiosos del proceso de la colonización antioqueña, que cuando vio estas montañas se le  parecieron a las de su natal California... "una geografía vertical, maravilla de maravillas, con laderas cultivadas al riesgo de la vida del cultivador". "Por supuesto, mi California tiene sus propias montañas y no menos empinadas, pero están casi deshabitadas...", no han producido una cultura.

En el libro se estudia el proceso histórico de conformación de la actividad artesanal en Aguadas, mediante el análisis socioeconómico y cultural en que tiene origen y desarrollo, en un periodo de tiempo comprendido entre 1850 y 1990. El sombrero aguadeño: una marca del putas es un estudio sociológico de un oficio artesanal en profunda relación con la actividad cafetera de Caldas.